jueves, 3 de febrero de 2011

El Viento

Navego a través del recuerdo,

tejiendo montañas, bordando puertos,

Amparándome del frío de los adultos,

en las mortajas del sepelio de mi infancia,


me gobierna el deseo del trono de la anarquía,

el mapa sin rumbo del rumbo de mis destinos,

que valga más el verde de mi alto escudo de roble,

que el falso oro del dios de las oficinas,

cuando la fábrica llama por los esclavos,

el lobo me llama por los bosques del norte,


casi se me ha olvidado, el pienso de paja de mi origen,

la voluntad de viento que cotiza en la casa de bolsa

de una bolsa de mujer,


me han despojado de tantos sueños,

me he perdido en los abismos del desierto,

se me ha caído el corazón en la ciudad de los inmortales,


el sol se abre en la sangre, las rejas de piel que lo contienen,

hoy cuando desperté había un extraño en el espejo,

nos hemos observado, no nos hemos reconocido,


ahora soy el viento y el aire,

la memoria de las alas del colibrí,

el compromiso del oleaje,

el desierto que rompe la frontera,

que me separa de la sonrisa,


El sol me abre la sangre, las rejas de carne que consume,

ayer cuando desperté, había un extraño en el espejo,

lo he observado, no le he reconocido,

apenas lo recuerdo...

soy el reflejo roto del niño que fui.

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