Aterrizó
en medio del descanso,
se alimentó
de la violencia del deseo
se acurrucó
del blues de las miradas,
resucitó
en el violeta de las mañanas...
Aterrizó
en medio del descanso,
se alimentó
de la violencia del deseo
se acurrucó
del blues de las miradas,
resucitó
en el violeta de las mañanas...
Y contemplé el fuego a través de la ramas,
la luz que consumía su juventud,
los rayos de plata que se apoderaron de su corazón,
Y sintió el calor a través del desierto de sus ojos,
la humedad fértil de la tierra apoderándose de sus dedos,
el rojo fanático de los enamorados,
la pasión que se desborda del incendio.
Cabello corto, cuello largo, tez blanca y ojos negros,
Cejas pobladas, mirada sola, semblante bronceado, cabello claro,
Nariz larga, anchura de labios, pechos de gacela asustada
Ojos moros, mirada clara, piernas caminantes de gitana,
Las mujeres que me gustan constan de trazos por contrastes
Ligada a todo, liberada de mí, atada a mi cama, etérea del todo
Diferente a mí, igual a mí, alma profunda, platica larga,
Nariz desafiante, mentón arrogante, cadera pretendiente a mi patria,
Las mujeres que me hechizan se dibujan de acuarelas claroscuros
Brazos que abrazos de Mariposa me cobijen el pecho del frío vagabundo,
Manos que se aferren a mi revés como garra de águila,
Espalda de cisne, humilde como el templo del acero,
Arrogante como la tempestad del cielo, calma como el mar del norte en invierno,
Las mujeres que me matan se pintan en la paleta del caos de los colores
Y beber el oro dulce de la miel de la colmena de su boca,
Extraer de la cálida mina de su pubis el tesoro del agua salada,
Guardar cama en la posada de montaña de mi corazón,
Las mujeres que asaltan mi alma se diseñan en la luz de la sonrisa
De la luna llena
Me cobijo en la risa de los míos,
cuando me ilumino en luz de la luna,
en ella enjugo mis pupilas
con la mirada de los niños,
en eso me inspiro, para poder tener canto,
para tener danza en la mañana.
La luz de los árboles me hace sombra,
del gris del mundo y las noticias,
para que los periódicos no soplen en mi cara,
el aliento fétido del apocálipsis,
para que la guitarra de viento de las ramas,
me cubra de notas por encima del ruido,
Pero ésta no es la lucha,
esto es el solaz de la tregua,
esto es el intermedio en medio de las trincheras,
llevar el verde al mundo,
cobijar con risa de niños,
a los pobres muertos de las oficinas,
lavar su ropa en el agua que emana de la luna,
dejar caer las noticias y las finanzas,
escuchar la música de los árboles
abrazar las ramas,
de los que viven sentados en la madre tierra,
convencer a las corbatas,
que se inspiren al contemplar el amanecer,
ésto es la lucha de todos los días,
Tener para los que tienen hospedaje en mi corazón,
la tenencia de la sonrisa y la palmadita en el alma.